De http://contaminacionporruido.wordpress.com
La Constitución establece que el domicilio es
inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin
consentimiento del titular. También se garantiza el derecho a la
intimidad personal y familiar.
Pero estas garantías no se aplican al ruido. El derecho a la intimidad parece ser que es la ofrenda que se paga en aras del progreso. Cuando el ciudadano ha de enfrentarse al ataque del ruido, se encuentra desamparado. Es como si hubiese una cláusula no escrita de aceptación y conformidad de todos los ruidos por el hecho de vivir en esa ciudad.
A veces resulta una burla denominar zonas o viviendas como “residenciales” a pesar del estruendo tanto diurno como nocturno detectado por los estudios de mapas sonoros encargados por parte del mismo ayuntamiento de la ciudad. Ruidos permitidos a altas horas de la noche, locales de ocio, movidas nocturnas, botellonas, etc. donde la policía no hace nada, declarando que no tienen medios, etc. Otras es el propio ayuntamiento y su personal de limpieza municipal quien produce el ruido, utilizando moderna maquinaria de jardinería o limpieza a motor de combustión, absolutamente ensordecedora. Son los que deberían dar ejemplo a la ciudadanía, pero son los primeros en saltarse las normativas de contaminación acústica, usando escape libre en el motor. Es irracional hacer leyes de contaminación por ruido que se enfoquen exclusivamente en el tráfico, dejando libre a maquinaria industrial que se pasea por las mismas calles.
La Revolución industrial dio a los negocios y a la industria un poder muy grande, incluso el derecho a contaminar, el derecho de la máquina a ser tan ruidosa como actualmente lo es. Este estado de cosas significa que el fabricante de máquinas es libre de escoger el objetivo que quiera en cuanto a diseño, y no debe ser presionado por leyes o reglamentos para invertir investigación, tiempo y dinero en hacerlas menos ruidosas. ¿Por qué mi vehículo no puede circular si tiene el tubo de escape oxidado y agujereado ligeramente, pero el operario de limpieza puede pasearse por la calle con una sopladora de hojas a escape libre? Lo mismo ocurre con la maquinaria de obras. En horario diurno de las construcciones está exento de reglamentación y parece que se tuviera licencia para contaminar acústicamente a cualquier nivel necesario, dentro del horario legal. Es la anarquía acústica. Pero si hiciera falta trabajar de noche, y el contratista presenta bien su petición alegando los motivos pertinentes, o es obra municipal, los funcionarios del ayuntamiento le concederán luz verde. Los ciudadanos vecinos sufrirán la tortura de la obra las 24h sin importar sus derechos a la intimidad, al descanso, etc.
Las autoridades establecen que los locales de diversión deben estar adaptados contra ruidos, de modo que el ruido que salga del lugar no perturbe la paz y tranquilidad de los vecinos… Pero estas exceptúan las actividades que produzcan ruido si caen dentro de la categoría de “temporal”. Desgraciadamente para los ciudadanos el ruido de la construcción cae dentro de esta categoría, es pasajero. Pero pasajero puede ser uno, tres, cinco años o más. Como la vida, que también es pasajera.
Al ciudadano asolado por el ruido no se le permite siquiera el espacio esencial de una casa tranquila. El contructor pasa por alto el aislamiento acústico de la vivienda, con el concepto erróneo de que un ambiente acústico decente, es un lujo, no tanto una necesidad ni un derecho humano. Ni siquiera se suele cumplir con una normativa mínima ya blanda de por sí (30dB en España). No es ningún consuelo, pero hay que decir que mientras en Europa existen este tipo de normativas desde 1938, fue en Nueva York, donde apareció la primera de todos los Estados Unidos en 1968, siendo esta más deficiente que la peor de las europeas, según el especialista en control del ruido Martin Hirschorn.
Pero estas garantías no se aplican al ruido. El derecho a la intimidad parece ser que es la ofrenda que se paga en aras del progreso. Cuando el ciudadano ha de enfrentarse al ataque del ruido, se encuentra desamparado. Es como si hubiese una cláusula no escrita de aceptación y conformidad de todos los ruidos por el hecho de vivir en esa ciudad.
A veces resulta una burla denominar zonas o viviendas como “residenciales” a pesar del estruendo tanto diurno como nocturno detectado por los estudios de mapas sonoros encargados por parte del mismo ayuntamiento de la ciudad. Ruidos permitidos a altas horas de la noche, locales de ocio, movidas nocturnas, botellonas, etc. donde la policía no hace nada, declarando que no tienen medios, etc. Otras es el propio ayuntamiento y su personal de limpieza municipal quien produce el ruido, utilizando moderna maquinaria de jardinería o limpieza a motor de combustión, absolutamente ensordecedora. Son los que deberían dar ejemplo a la ciudadanía, pero son los primeros en saltarse las normativas de contaminación acústica, usando escape libre en el motor. Es irracional hacer leyes de contaminación por ruido que se enfoquen exclusivamente en el tráfico, dejando libre a maquinaria industrial que se pasea por las mismas calles.
La Revolución industrial dio a los negocios y a la industria un poder muy grande, incluso el derecho a contaminar, el derecho de la máquina a ser tan ruidosa como actualmente lo es. Este estado de cosas significa que el fabricante de máquinas es libre de escoger el objetivo que quiera en cuanto a diseño, y no debe ser presionado por leyes o reglamentos para invertir investigación, tiempo y dinero en hacerlas menos ruidosas. ¿Por qué mi vehículo no puede circular si tiene el tubo de escape oxidado y agujereado ligeramente, pero el operario de limpieza puede pasearse por la calle con una sopladora de hojas a escape libre? Lo mismo ocurre con la maquinaria de obras. En horario diurno de las construcciones está exento de reglamentación y parece que se tuviera licencia para contaminar acústicamente a cualquier nivel necesario, dentro del horario legal. Es la anarquía acústica. Pero si hiciera falta trabajar de noche, y el contratista presenta bien su petición alegando los motivos pertinentes, o es obra municipal, los funcionarios del ayuntamiento le concederán luz verde. Los ciudadanos vecinos sufrirán la tortura de la obra las 24h sin importar sus derechos a la intimidad, al descanso, etc.
Las autoridades establecen que los locales de diversión deben estar adaptados contra ruidos, de modo que el ruido que salga del lugar no perturbe la paz y tranquilidad de los vecinos… Pero estas exceptúan las actividades que produzcan ruido si caen dentro de la categoría de “temporal”. Desgraciadamente para los ciudadanos el ruido de la construcción cae dentro de esta categoría, es pasajero. Pero pasajero puede ser uno, tres, cinco años o más. Como la vida, que también es pasajera.
Al ciudadano asolado por el ruido no se le permite siquiera el espacio esencial de una casa tranquila. El contructor pasa por alto el aislamiento acústico de la vivienda, con el concepto erróneo de que un ambiente acústico decente, es un lujo, no tanto una necesidad ni un derecho humano. Ni siquiera se suele cumplir con una normativa mínima ya blanda de por sí (30dB en España). No es ningún consuelo, pero hay que decir que mientras en Europa existen este tipo de normativas desde 1938, fue en Nueva York, donde apareció la primera de todos los Estados Unidos en 1968, siendo esta más deficiente que la peor de las europeas, según el especialista en control del ruido Martin Hirschorn.
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