Viviendas con ruido, ¿difíciles de vender?
Bares abiertos hasta las tantas, aviones que vuelan a baja altura, carreteras con mucho tráfico... Estas son algunas de las razones que podrían dar al traste con la compra de una vivienda que, en un principio, parecía atractiva.
El aislamiento acústico es un aspecto fundamental.
A. ARAGÓN – ¿Te imaginas habitar una casa soportando el ruido de los aviones día tras día? ¿Podrías vivir en un barrio donde la juerga en la calle perturbara tu sueño cada fin de semana? La presión acústica, medida en decibileos (dB), puede llegar a ser peligrosa para nuestros oídos si se alcanzan tonos demasiado altos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 55-65 dB al día, pero un atasco en la carretera genera ya un nivel de 75 dB. A partir de 120-140 dB el oído entra en el umbral del dolor y el riesgo de sordera se multiplica.
En las ordenanzas de cada municipio encontraremos la normativa acústica que afecta a las áreas residenciales. Las disposiciones relativas a horarios, límites e, incluso, a las habitaciones de la casa según sean de paso o de descanso varían de un distrito a otro. Sin embargo, más allá de lo reflejado en las diferentes leyes, muchos vecinos siguen sin pegar ojo, ya sea por culpa del ocio nocturno o por las rutas de los aviones. Esta situación hace que la contaminación generada por el ruido se convierta es un elemento importante a la hora de comprar una vivienda.
Compradores contra el ruido
Dos habitaciones, calefacción, bien comunicada… y en una zona tranquila. ¿Es este último aspecto algo determinante? “El ruido pasa a ser una prioridad en un mercado como el actual, en el que el comprador tiene un gran abanico de posibilidades”, afirma Pablo Múgica, de Vivienda2. Igualmente, Eduardo Molet, consultor inmobiliario, dice que el comprador se interesa por “el nivel de ruido procedente de negocios que están abiertos al público por las noches, así como por el tráfico”. La sensibilidad va en aumento, tomando cada vez más relevancia la existencia de buenos aislamientos. Múgica comenta que “está ayudando mucho la obligatoriedad del certificado energético, que define técnicamente los aislamientos térmicos y acústicos de las viviendas”.
La cercanía de una vivienda a un punto emisor de ruido nocturno dificulta la venta. “El propietario tendrá que bajar mucho el precio”, asegura Molet. Es vital que el piso esté reforzado frente al ruido, aunque la planta sea alta y el piso interior. No obstante, los áticos siguen siendo un producto muy deseado porque “son un producto exclusivo, además de por la intimidad que presentan para el morador, por la exclusión de posibles vecinos molestos”. Si el presupuesto se queda corto, además derecurrir al doble acristalamiento en ventanas y dobles muros de escayola con lana de roca, “también es recomendable contar con aire acondicionado para que en verano no haya que abrir ventanas”, aconseja Molet.
El ruido del ocio nocturno
En Madrid se introdujo en 1995 la figura de la Zona Ambientalmente Protegida (ZAP). En estas zonaslos niveles de emisión de ruido se saturan y se hace más hincapié en proteger a los vecinosde dichas áreas por medio de regímenes reguladores específicos. Asimismo, otra ordenanza de 2001 establece la llamada Zona de Actuación Acústica (ZAP), en la que se desarrollarán planes que permitan una mayor calidad acústica. En 2003, con la Ley del Ruido, llegarían las Zonas de Protección Acústica Especial. El último paso fue enmarcar al distrito centro de la capital dentro de esta tipología en 2012.
Saturnino Vera, presidente de la Asociación de Vecinos Las Cavas y Costanillas, afirma que el principal motivo de la discordia es “el ruido emitido por los que acuden a los locales de ocio del barrio y por los propios locales, que mantienen las puertas abiertas”. La ley antitabaco multiplicó el efecto, dado que la gente sale a fumar. El Ayuntamiento es ahora incluso más permisivo: “llegan a justificar que, por la crisis, los pobres bares lo tienen peor. Si abren expedientes sancionadores cerrarían y repercutiría en el paro”. Denuncias, alegaciones, recogida de firmas… Ésta y otras asociaciones madrileñas siguen reclamando al consistorio de la capital más mediciones y acciones concretas.
Exponerse de forma prolongada a esta contaminación acaba por mermar la salud. “La principal consecuencia es la falta de descanso y la crispación con los viandantes y dueños de los locales, algo que a corto plazo no mata, pero según muchos estudios acorta la vida”, confirma Vera. Cuando la situación se vuelve insostenible, llegan las mudanzas: “Bastantes vecinos se van a vivir a otras zonas ante la pasividad de la administración local y, normalmente, alquilan su casa”, asegura el presidente de esta céntrica asociación de vecinos. Lejos de resolver el problema, lo mete dentro del edificio, ya que “los inquilinos suelen ser jóvenes que, a veces, celebran fiestas toda la semana”, asegura Vera.
Aviones sobre las casas
Más allá de las molestias generadas por bares y discotecas, hay otras fuentes de ruido que llegan a convertirse en la pesadilla de los residentes, como los aviones. La Asociación contra el Ruido y Riesgo de Aeronaves de Ciudad Santo Domingo, una zona con unos 5.000 habitantes en Algete (Madrid), lleva años en los tribunales litigando contra el Ministerio de Fomento y Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). Consolidada desde hace cuatro décadas, Ciudad Santo Domingo disfrutaba de un entorno saludable. El portavoz de la asociación, José María Serrano-Pubul, segura que todo cambió con la ampliación del aeropuerto de Barajas en 1999, puesto que hizo que la ruta de aterrizaje de aviones desde el norte pasara justo por esta población.
“La lesión es evitable mediante aterrizajes desde el norte hacia Barajas por la izquierda, pasado Ciudad Santo Domingo, lo que evita toda la población y cumple con los requisitos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), permitiendo el uso de todas las pistas”, manifiesta Serrano-Pubul, añadiendo que con esta alternativa, “se mantiene el 100% del empleo en Barajas”. El portavoz de la asociación comenta que “estos vecinos se encuentran sometidos a situaciones de riesgo para su integridad física, como el desprendimiento de bloques de hielo desde aeronaves, que impactan en su lugar de residencia. Ha ocurrido al menos una vez”.
Ante los tribunales se han presentado dictámenes que confirman trastornos como angustia, ansiedad o depresión en adultos, y falta de comprensión y aprendizaje en menores. Aunque el Tribunal Supremo ya les ha dado al razón en varias ocasiones, la sentencia favorable no llega a materializarse sobre el terreno, y el proceso se dilata cada vez más. La calidad de vida de éstos y otros vecinos sometidos a la dictadura del ruido, ya se sea dentro del edificio o fuera, se ve seriamente afectada, por lo que es un factor que influye negativamente en el mercado inmobiliario.